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Your dying Heart by Adrian von Ziegler on Grooveshark

miércoles, 23 de mayo de 2012

Ailein Duinn ("Alan de pelo castaño") 1788


Ailein Duinn by Celtic Spirit on Grooveshark

Ailein Duinn ("Alan de pelo castaño")

Cuenta la historia que Annag
estaba prometida para casarse con Alain, un marinero,
pero antes de casarse Alain debía hacer un viaje,
viaje del que nunca regresó
pues su barco en una gran tempestad naufragó,
con los días el mar regresó el cuerpo de Alain a la playa,
Cuenta la historia que Annag desolada por la pérdida de su amor
cada día pasaba sus horas junto al mar en aquella playa
donde fue encontrado Alain,
la gente decía que se la escuchaba cantar una letanía,
un lamento al mar por arrebatarle a quien más quería .
 
Annag al poco tiempo murió de tristeza ,
y fue encontrada en aquella misma playa .
Entre sus prendas encontraron una carta
con la letra de este lamento de amor que ella escribió a Alain
y que hasta hoy es escuchada,
un clásico de la música celta desde ese entonces.

Escrita en 1788 en gaélico antiguo.

Gura mise tha fo éislean
Moch sa mhaduinn is mi g'éirigh
Ò hì shiùbhlainn leat
Hì ri bhò hò ru bhì
Hì ri bhò hò rinn o ho
Ailein Duinn, ò hì shiùbhlainn leat

Ma 'se cluasag dhut a' ghainneamh
Ma 'se leabaidh dhut an fheamainn
Ò hì shiùbhlainn leat
Hì ri bhò hò ru bhì
Hì ri bhò hò rinn o ho
Ailein Duinn, ò hì shiùbhlainn leat.
Ma 's e 'n cluasag dhuit a ghaineamh
Ma 's e leabaidh dhut an gheamainn
Ma 's e 'n t-iasg do choinlean geala
Ma 's e na ròin do luchd-faire
Dh'òlainn deoch ge b' oil le càch e
De dh'fhuil do choim 's tu 'n déidh do bhathadh

Traducción:
Qué apenada estoy
Al levantarme por la mañana temprano
Coro (tras cada verso): Ò hì, iría contigo
Hì ri bhò hò ru bhì
Hì ri bhò hò rinn o ho
Alan de pelo castaño, ò hì, iría contigo
Si es la arena tu almohada
Si son las algas tu cama
Si son los peces la luz de tus velas
Si son las focas tus vigilantes
Yo bebería, aunque todos lo aborrecieran,
La sangre de tu corazón, después de que te ahogaras


Versión excelente de Trobar de Morte

jueves, 17 de mayo de 2012

Las grandes horas de Ana de Bretaña.



Torre Salvana by Ordo Funebris on Grooveshark


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña es sin duda la obra maestra de la pintura francesa, como corresponde a un manuscrito destinado a la que fue reina de Francia en dos ocasiones: con Carlos VIII y con Luis XII.

Este códice encierra verdaderas pinturas entre sus folios, en lugar de las miniaturas habituales en este tipo de libros. Jean Bourdichon pintó casi cincuenta escenas a toda página enmarcadas en oro sobre el fondo del pergamino tintado en negro. Estas miniaturas son comparables a pinturas sobre tabla o lienzo no sólo por sus dimensiones, sino por sus primeros planos, el uso de la perspectiva, la técnica pictórica, el realismo de los retratos…



Ana de Bretaña (Nantes, 25 de enero de 1477 - 9 de enero de 1514) fue duquesa titular de Bretaña y por dos veces reina consorte de Francia.
 

Ana nació en Nantes, en el ducado de Bretaña, como hija y única heredera del duque Francisco II de Bretaña. Su madre era la infanta navarra Margarita de Foix.
Matrimonios e hijos

Tras invadir el rey Carlos VIII de Francia el ducado, fue forzada a casarse con él firmando un pacto por el que, en caso de no tener ningún hijo, debía casarse con el siguiente heredero al trono francés. Con Carlos, Ana tuvo cuatro hijos, pero todos ellos murieron a muy temprana edad. Ellos fueron:
Carlos Rolando de Valois (1492-1495); Delfín.
Carlos de Valois (1496); Delfín.
Francisco de Valois (1497-1498); Delfín.
Ana de Valois (1498).
Cuando Carlos murió en 1498, en un torneo, Ana se casó nuevamente, esta vez con Luis de Orleans, primo de Carlos, y heredero del trono, bajo el nombre de Luis XII.
Para casarse con Ana, Luis pidió al papa Alejandro VI que anulara su boda con Juana de Francia, hermana de Carlos. 


Ana de Bretaña tuvo dos hijas con Luis:
Claudia de Valois (1499-1524), que fue reina consorte de Francisco I de Francia.
Renata de Valois (1510 - 1575), que fue su heredera y contrajo matrimonio con Hércules II de Este, duque de Ferrara, y se convirtió en duquesa de Chartres.
Ana creó el magnífico Libro de las Horas y murió en la ciudad de Blois.




Descripción:
Edición Facsímil realizada por Club Bibliófilo Versol que lleva por título Libro de Horas de la reina Ana de Bretaña se ha realizado a partir de Le Livre d'Heures de la Reine Anne de Bretagne editada por H.L.Curmer, París 1861, réplica del manuscrito original conservado en la Biblioteca nacional de París con el nombre de Les Grandes Heures D'anne de Bretagne, con la signatura Lat.9474. Edición de 575 ejemplares, cretificados y numerados. Ejemplar Nº 145. Las Grandes Horas de Ana de Bretaña es sin duda la obra maestra de la pintura francesa, como corresponde a un manuscrito destinado a la que fue reina de Francia en dos ocasiones: con Carlos VIII y con Luis XII. Este códice encierra verdaderas pinturas entre sus folios, en lugar de las miniaturas habituales en este tipo de libros. Jean Bourdichon pintó casi cincuenta escenas a toda página enmarcadas en oro sobre el fondo del pergamino tintado en negro. Estas miniaturas son comparables a pinturas sobre tabla o lienzo no sólo por sus dimensiones, sino por sus primeros planos, el uso de la perspectiva, la técnica pictórica, el realismo de los retratos. La Natividad (f. 51v) es una de las escenas nocturnas más impresionantes jamás pintada en un libro de horas. Los rayos sobrenaturales de la estrella de Belén iluminan de forma mágica una imagen que transmite un claro mensaje teológico. El talento del maestro Jean Bourdichon vuelve a sobresalir en la escena que representa la huída a Egipto (f. 76v), en la que la luz, la atmósfera, el oscuro fondo de montañas rocosas recuerdan la Virgen de las Rocas de Leonardo da Vinci. El juego de luces y sombras en la noche estrellada es también magistral en la escena que representa el beso de Judas (f. 227v); las lámparas y las antorchas guían la mirada del espectador para que no se pierda ningún detalle del triste episodio. Bourdichon realza la intrigante luminosidad de sus colores aplicando delicadas pinceladas de oro para destacar los vestidos, las armaduras, los cabellos, las alas de los ángeles. Destaca también la inusual originalidad del calendario, que no se limita a pequeñas escenas marginales, sino que incluye pinturas a toda página interrumpidas por el texto enmarcado, sobre el que se sitúa el signo zodiacal de cada mes. Este procedimiento parece no haber sido utilizado en la miniatura francesa con anterioridad a Jean Bourdichon, salvo excepcionalmente en dos manuscritos. El incomparable herbario que aparece en los márgenes de los folios con texto convierte este manuscrito en un libro de horas sin igual. Los márgenes de este códice revelan todo un tratado de botánica que incluye más de 330 plantas, con su denominación científica en latín, en la parte superior de la imagen, y su nombre popular en francés, en la parte inferior. Este auténtico herbario está además poblado de insectos y pequeños animales que, con sus vivos colores, acentúan la belleza y originalidad de cada miniatura. Se trata en definitiva de dos códices en uno: un libro espiritual para el recogimiento y la oración y una enciclopedia natural, un libro de horas y un tratado de botánica. El maestro Bourdichon fue pintor de corte de Luis IX, Carlos VIII, Luis XII y Francisco I, y sus pinturas constituyen un claro avance del Gótico hacia el Renacimiento. Tras la muerte de la duquesa de Bretaña en 1514, sus Grandes Horas cautivaron a Luis XIV, que las trasladó al gabinete de Curiosidades del palacio de Versalles. Su belleza conquistó después a Napoleón III, que las hizo exponer en el Museo de los Soberanos del Louvre, de 1852 a 1872. Hoy es una de las joyas más preciadas de la Bibliothèque nationale de France. No en vano los historiadores del arte consideran las Grandes Horas de Ana de Bretaña como uno de los libros de horas más excepcionales que existen. N° de ref. de la librería anaXVIF





La Duquesa Ana, entre su Santas Patronas, extraído del Gran Libro de las Horas de Ana de Bretaña.



Carlos VIII de Francia


Boda entre Carlos VIII y Ana de Bretaña, pintura de Saint Evre Guillot










Las Grandes Horas de Ana de Bretaña es sin duda la obra maestra de la pintura francesa, como corresponde a un manuscrito destinado a la que fue reina de Francia en dos ocasiones: con Carlos VIII y con Luis XII.
Este códice encierra verdaderas pinturas entre sus folios, en lugar de las miniaturas habituales en este tipo de libros. Jean Bourdichon pintó casi cincuenta escenas a toda página enmarcadas en oro sobre el fondo del pergamino tintado en negro. Estas miniaturas son comparables a pinturas sobre tabla o lienzo no sólo por sus dimensiones, sino por sus primeros planos, el uso de la perspectiva, la técnica pictórica, el realismo de los retratos…


Luis XII,de marrón, y la reina, sentada en el suelo con su hija Claudia.



Caracteristicas del Libro de Horas de Ana de Bretaña:
 

Realizado por Jean Bourdichon entre 1503 y 1508, el códice original perteneció al antiguo fondo real. Cautivó a Luis XIV, quien seducido por sus pinturas y por la flora extraordinaria que decora los márgenes del texto, lo conservó en el Gabinete de Curiosidades del Castillo de Versalles. El éxito del manuscrito era tal, que no escapó a la avidez coleccionista de Napoleón III, quien lo incorporó a la biblioteca Imperial del efímero “Museo Napoleón” -antes y después “Museo del Louvre”- donde estuvo expuesto desde 1852 a 1872. Hoy está considerado uno de los manuscritos más bellos y populares del mundo.
Como si se tratase del Alfa y el Omega de otros códices de distinto significado, al principio del manuscrito, en el folio 1v, se representa la inicial "A" con la corona de la reina Ana de Bretaña exquisitamente realizada a pincel, de color púrpura sobre fondo violeta, flanqueada por el escudo de Francia y de Bretaña. Y al final, en el folio 238, figura la letra "L", así mismo coronada, perteneciente al rey Luis XII. Esta inicial se representa rodeada de una bellísima cordelería en negro, representando un artístico monograma rodeando la divisa de la reina Ana: "Non mudera".

Continúa con una página doble enfrentada (ff 2v-3r) representando a la reina postrada en oración acompañada por las santas Margarita: símbolo de su amor a Dios, Santa Ana, patrona de Bretaña: símbolo de su amor a la patria y Santa Úrsula: símbolo de su pasión por las ciencias. Sus tres principales virtudes.

No menos interesantes son las 2 miniaturas pertenecientes al Calendario, o las dedicadas a los cuatro evangelistas, a los pasajes de la Biblia y a los Santos, hasta un total de 62, de gran formato y a toda página. Pintadas sobre fondo negro, resaltan la belleza de sus colores, la perfección de su factura y la hábil colocación de los oros y platas.

Pero la merecida fama de este códice no sólo se debe a las incomparables miniaturas, sino también al herbario encerrado en sus páginas: existen otras 336 a modo de orlas que ocupan más de la mitad de la página en 52 de ellas y un tercio en el resto. Realizadas sobre un fondo de oro y con un singular realismo, se trata de un auténtico estudio botánico muy avanzado para la época; pues las plantas están perfectamente catalogadas con sus nombres populares y científicos, casi todas muy útiles a la medicina como posteriormente quedaría demostrado por los investigadores sobre la materia.
Sobre las verdes hojas de una acelga (Beta vulgaris, pág. 434), o los pétalos de una orquídea (Orchis laxiflora, pág. 132), o las flores de un melocotonero (Prunus persica, pág. 86), el miniaturista ha recreado una serie de insectos de vivísimos colores que aumentan el efectismo plástico de las mismas. Los insectos, muchos de ellos perfectamente reconocibles, parecen puesto a capricho; pero el autor de las miniaturas coloca siempre el mismo tipo de insectos sobre la misma familia de plantas. Francisco I de Francia decía que "las ricas flores, árboles y plantas, todas diferentes y reales pobladas de insectos de bellos colores hacían del libro el más bello de su biblioteca".
La fotografía para la realización del facsímil "Libro de Horas de la reina Ana de Bretaña" no ha sido tomada del Códice Lat. 9474. Biblioteca Nacional de Francia, París, sino de su copia litográfica realizada por Curmer en 1861, única manera de sacar a la luz esta joya universal.










Las Grandes Horas de Ana de Bretaña:
La Natividad (f. 51v) es una de las escenas nocturnas más impresionantes jamás pintada en un libro de horas. Los rayos sobrenaturales de la estrella de Belén iluminan de forma mágica una imagen que transmite un claro mensaje teológico. El talento del maestro Jean Bourdichon vuelve a sobresalir en la escena que representa la huída a Egipto (f. 76v), en la que la luz, la atmósfera, el oscuro fondo de montañas rocosas recuerdan la Virgen de las Rocas de Leonardo da Vinci. El juego de luces y sombras en la noche estrellada es también magistral en la escena que representa el beso de Judas (f. 227v); las lámparas y las antorchas guían la mirada del espectador para que no se pierda ningún detalle del triste episodio.
Bourdichon realza la intrigante luminosidad de sus colores aplicando delicadas pinceladas de oro para destacar los vestidos, las armaduras, los cabellos, las alas de los ángeles…Destaca también la inusual originalidad del calendario, que no se limita a pequeñas escenas marginales, sino que incluye pinturas a toda página interrumpidas por el texto enmarcado, sobre el que se sitúa el signo zodiacal de cada mes. Este procedimiento parece no haber sido utilizado en la miniatura francesa con anterioridad a Jean Bourdichon, salvo excepcionalmente en dos manuscritos.
El incomparable herbario que aparece en los márgenes de los folios con texto convierte este manuscrito en un libro de horas sin igual. Los márgenes de este códice revelan todo un tratado de botánica que incluye más de 330 plantas, con su denominación científica en latín, en la parte superior de la imagen, y su nombre popular en francés, en la parte inferior. Este auténtico herbario está además poblado de insectos y pequeños animales que, con sus vivos colores, acentúan la belleza y originalidad de cada miniatura. Se trata en definitiva de dos códices en uno: un libro espiritual para el recogimiento y la oración y una enciclopedia natural, un libro de horas y un tratado de botánica.
El maestro Bourdichon fue pintor de corte de Luis IX, Carlos VIII, Luis XII y Francisco I, y sus pinturas constituyen un claro avance del Gótico hacia el Renacimiento.
Tras la muerte de la duquesa de Bretaña en 1514, sus Grandes Horas cautivaron a Luis XIV, que las trasladó al gabinete de Curiosidades del palacio de Versalles. Su belleza conquistó después a Napoleón III, que las hizo exponer en el Museo de los Soberanos del Louvre, de 1852 a 1872. Hoy es una de las joyas más preciadas de la Bibliothèque nationale de France. No en vano los historiadores del arte consideran las Grandes Horas de Ana de Bretaña como uno de los libros de horas más excepcionales que existen.


Libro de horas:
Contenido.-
Un Libro de horas (también denominado Horarium; Livre d'heures [livr 'dœr]) es uno de los más comunes manuscritos iluminados de la Edad Media. Cada libro de horas es único, debido a que es un manuscrito elaborado en exclusiva para una persona en concreto (generalmente de la nobleza), este tipo de documento suele contener textos de rezos, salmos, así como abundantes iluminaciones, todo ello haciendo siempre referencia a la devoción cristiana.
En su forma originaria, un libro de horas debería contener un contenido texto agrupado para cada hora litúrgica del día, este es el origen del nombre dado este tipo de manuscrito. Pero, sin embargo a lo largo del tiempo se fue enriqueciendo con otras añadiduras útiles, como calendarios (tanto seculares como religiosos). Generalmente lo que se suele denominar como libro de horas es un breviario, el libro contiene además una liturgia recitada en los monasterios; los libros de horas fueron compuestos para aquellas personas de la nobleza que deseaban incorporar los elementos del la vida monástica en su vida cotidiana. Los textos incluidos se centran tanto en la recitación como en el canto de un número de salmos, que puede ser ejecutado por un conjunto de rezantes.
Una copia posterior del 1470 de un libro de horas.
Un libro típico de horas contiene:
Las Horas Marianas (denominadas también Oficios de veneración a la Virgen María), que incluye los quince Salmos de Grados;
El Oficio de los Muertos, que incluye los siete Salmos penitenciales;
La Letanía de los Santos
La mayoría de los libros empiezan con estos contenidos básicos, y es expandido por una serie de rezos y devociones.
Muchos de los libros de horas están abudantemente iluminados, todos ellos forman un apartado importante del archivo histórico de la vida de los siglos XV y XVI así como una fuente de iconografía del cristianismo medieval. A finales del siglo XV se empezaron a imprimir diversos libros de horas con ilustraciones xilografiadas.
Estos libros eran leídos en diversas horas del día: 
La aurora (laudes).
Las siete de la mañana (prima).
3 de la tarde (tercia).
Anochecer (la víspera) . 
Completa (noche)

Horas Canónicas:

  • Maitines. Se rezan poco después de la media noche; se trata de la primera oración del día.
  • Laudes. Durante el amanecer.
  • Prima. Hereda su nombre de la denominación en el Imperio Romano. La oración es la tercera según las horas canónicas, pero tiene lugar pasada una hora de haber salido el sol.
  • Tercia.
  • Sexta.
  • Nona.
  • Vísperas. Antes de ponerse el sol. Junto con los maitines y los laudes constituyen las horas mayores.
  • Completas. Surgen como una repetición de las vísperas, y se celebran poco antes de ir a dormir.
Los relojes de la Edad Media con frecuencia marcan las divisiones del día según las horas de rezo. A estos instrumentos se les denomina relojes de misa.





Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
f. 36v


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
San Sebastián, f. 175v

La leyenda cuenta que san Sebastián llegó a convertirse en capitán de la guardia pretoriana del emperador Diocleciano. Sin embargo, cuando se descubrió que era cristiano, los arqueros lo asaetearon. A pesar del martirio, el maestro Bourdichon ha representado al santo expresando gran serenidad y confiando en el triunfo de la fe sobre el sufrimiento físico. De ahí que alce la mirada hacia el cielo. Contribuye a esta serenidad, el plácido paisaje marítimo que enmarca la escena.
A mediados del siglo XV fue imponiéndose el tipo juvenil para representar al santo, mostrándolo con el torso desnudo en el momento del martirio, como en el Libro de oraciones de Carlos el Calvo (f. 29r) o prácticamente sin ropaje, como en una miniatura, de hacia 1440, del Maestro de los Privilegios de Gante (Baltimore, The Walters Art Gallery, W. 719, f. 134r.). De hecho, en el Renacimiento italiano, la forma más frecuente de representarlo fue casi sin ropaje, como en esta escena.
Durante la Edad Media, san Sebastián gozó de una popularidad inmensa, que provenía del poder que se le atribuía contra la peste, en una época en que las epidemias diezmaban la población. Su patronazgo contra esta enfermedad se debe a su intervención durante la peste que asoló Roma en el año 680. A partir de entonces, y siguiendo el ejemplo de los romanos, se le invocaría contra esta afección.



Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
f. 201v


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Las Grandes Horas de Ana de Bretaña


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Anunciación, f. 26v

El maestro Bourdichon ha pintado la imagen de la Virgen con una finura y una delicadeza exquisitas. María aparece leyendo el salterio en un oratorio de estilo renacentista. La fuente pictórica de su interior se encuentra en la obra de Jean Pucelle, cuando el arcángel Gabriel aparece para anunciarle la Buena Nueva. El Espíritu Santo en forma de Paloma planea en el centro de la composición.
La representación en primer plano y hasta las rodillas, habitual en la mayoría de las imágenes de personas del manuscrito, dota a las figuras una gran fuerza visual que las aproxima al espectador, logrando intensificar su meditación sobre el hecho representado en consonancia con el texto. Las alas verdes del ángel son de una originalidad y una belleza extraordinarias.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Natividad, f. 51v

Una de las escenas nocturnas más impresionantes no sólo de las Grandes Horas de Ana de Bretaña, sino de la totalidad de manuscritos iluminados en Europa durante toda la Edad Media, como han puesto de manifiesto los historiadores del arte.
La iluminación de esta escena nocturna es de una gran complejidad y enorme habilidad llenas de significado. Los rayos de la estrella de Belén se filtran entre las grietas del dañado tejado del establo donde ha nacido el Hijo de Dios. La linterna que sostiene José, vestido a modo de peregrino medieval, tan sólo ilumina su rostro; su luz se ve eclipsada por la claridad que emana de la figura del recién nacido que llega a iluminar incluso a la Virgen, tanto en sentido físico como figurado. Bourdichon muestra claramente cuál va a ser el papel que representará el nacimiento de Jesús en la historia del mundo.
La riqueza de fuentes iconográficas utilizadas por Bourdichon es evidente en esta escena: el motivo del Niño yaciendo desnudo en el suelo y de quien irradia luz procede de las Revelaciones de santa Brígida de Suecia, cuyas primeras representaciones datan de principios del siglo XV, continuando en la obra de Hugo van der Goes y de Gérard David. Los pastores, en segundo plano, el buey y la mula, en primero, son los testigos de esta escena; son los símbolos de las iglesias paganas y de los judíos, que se funden en el cristianismo.
En el marco de oro que rodea la imagen aparece una solemne inscripción: “Un niño ha nacido, un hijo nos ha sido dado”.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Anunciación, f. 26v

Las primeras luces del alba empiezan a iluminar un paisaje rocoso por el que ya cabalgan los soldados de Herodes, encargados de exterminar a todos los niños menores de un año. La Sagrada Familia huye a Egipto para proteger a Jesús. Sin embargo, los rostros de los tres personajes, incluso el del asno que transporta a la Virgen y al Niño, expresan una dulzura y una suavidad conmovedoras. El Niño juega con una manzana, fruto esférico que puede simbolizar su reinado universal.
Esta pintura demuestra el talento magistral de Jean Bourdichon. La composición, con la Virgen con el Niño en su regazo en primer plano y las montañas rocosas al fondo, recuerda a la Virgen de las Rocas de Leonardo da Vinci.
El maestro Bourdichon realza los pliegues del manto de la Virgen con sus inconfundibles toques de oro.
Esta escena también recoge, en el último plano, la matanza de los Inocentes y, en el intermedio, una representación de la leyenda tardomedieval del «Milagro de la cosecha de trigo», que se popularizó en la pintura flamenca durante los siglos XV y XVI.
La leyenda cuenta que María le rogó a un granjero que contase a los soldados que los perseguían que mientras él estaba sembrando había visto pasar a una familia. A continuación, el campo de trigo empezó a crecer hasta alcanzar una altura que ocultaba a los fugitivos. De este modo, al hablar con el granjero los soldados abandonaron su persecución, ya que concluyeron que debía de hacer mucho tiempo que los fugitivos habían cruzado aquel campo, ya tan crecido.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
El martirio de los 10.000, f. 177v

Una legión de soldados tebanos, comandados por san Mauricio, luchaba en las Galias contra los rebeldes. El emperador Maximiano, con el que se habían reunido al cruzar los Alpes, ordenó un sacrificio general a los dioses paganos. No obstante, los soldados tebanos se negaron a realizarlo, por lo que el emperador, enfurecido, ordenó que toda la legión fuera diezmada mediante diversos suplicios. Muchos fueron crucificados, igual que Cristo.
El maestro Bourdichon ha sabido representar en esta escena el horror y la crueldad del episodio.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Anuncio a los pastores, f. 58v

La pintura, rodeada por un simple marco de oro plano en cuyos laterales inferior y derecho se lee: «anv[n]cio · vobis · gavdiv[m] · magnv[m] · q[ui]a · hodie · nat[us] · est · /salvator · mv[n]di», muestra, en primer plano, a tres pastores alrededor de una fogata. El pintor, Jean Bourdichon, muestra los distintos estados, temporales y psicológicos, de cada uno: uno de los pastores señala la aparición que tiene lugar encima de ellos; el de la derecha deja de tocar la cornamusa para mirar la aparición y, como su luz es cegadora, utiliza la diestra de pantalla; el tercero se arrodilla y separa sus manos en señal de sorpresa; si no fuera por los gestos de brazos y manos, se consigue, con el resto del cuerpo un efecto de simetría quiástica. En segundo plano, un rebaño de ovejas. Seguidamente, dos pastores mirando a lo alto y mostrando distintas formas de reaccionar ante la visión: el de la izquierda extiende una de sus manos; el de la derecha protege su rostro con su brazo. Detrás, Belén, bajo el aspecto de gran ciudad fortificada, y, a la derecha, otros dos pastores, que, junto a una hoguera, guardan el ganado y comienzan a darse cuenta de la aparición del ángel, como se aprecia por sus cabezas levantadas y el brazo en alto para resguardar su cara de uno de ellos. El paisaje se cierra con masas rocosas, montes y ciudades al fondo. En la parte superior central, un ángel vestido de blanco sobre un espacio dorado descorre el cielo –apreciándose los pliegues de tal acto como pliegues nubosos– y, dirigiéndose a los pastores, señala hacia Belén. Debe destacarse el cuidado exquisito con que Jean Bourdichon trata los rasgos de los pastores, rudos pero nobles, nunca caricaturescos, así como el cuidado de la luz, que establece dos focos lumínicos: el inferior, dado por la hoguera, cuyo resplandor se refleja gradualmente en los cuerpos de los tres pastores y el superior del ángel, cuya luz baña los rostros de los pastores del primer plano y los cuerpos de los del segundo. Otro aspecto notable es la representación de diversas texturas: el vellón de la piel de las ovejas, los distintos tipos de telas y las pieles curtidas de los pastores en contraste con la tez suave del ángel. Asimismo, el estudio espacial es totalmente convincente: tomando un punto de vista un poco más alto que el del hombre del primer plano que señala al cielo, da la impresión de que el espectador forma parte de la escena, yendo la vista, lentamente, al segundo plano, con los pastores que están de pie, que a su vez conducen directamente a la visión angélica. De esta forma, Jean Bourdichon maneja la psicología visual del espectador, llevándolo gradualmente a la sorpresa de la aparición celeste.
El anuncio a los pastores es la primera epifanía; su imagen es la del pueblo judío a quien se le dio primero la noticia del nacimiento de Cristo. Asimismo, también debe verse, según los Padres de la Iglesia, un tipo de los futuros sacerdotes velando por los fieles contra los peligros del mundo; de esta forma, el resplandor que vieron los pastores es la gracia que se derrama sobre los sacerdotes que han cumplido bien su cometido.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
f. 175v

Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
La visión de san Huberto, f. 191v

Las Grandes Horas de Ana de Bretaña nos descubren al patrón de los cazadores en un momento en el que una visión lo “cura” de su pasión profana y le hace decidir entregarse en cuerpo y alma al servicio de Dios. Huberto dedicaba todo su tiempo a fiestas y deportes y había abandonado los deberes religiosos. Un Viernes Santo salió de cacería, pero de repente, el venado que perseguía se detuvo y entre sus astas apareció una Cruz luminosa que sobrecogió al futuro santo. Un ángel desciende del cielo para entregarle una estola, ornamento sacerdotal que simboliza su nueva vocación.
En la escena que ha pintado Jean Bourdichon, el futuro obispo de Lieja viste un elegante traje de caza perteneciente a la época de Luis XII. Bourdichon ha representado con gran acierto los perros que participaban en las cacerías; al fondo, su compañero, a caballo, como testigo del milagro, observa la escena.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
San Lucas presentando el retrato de la Virgen, f. 19v

El evangelista que mejor ha dado a conocer a la Virgen María ha sido representado mostrando un retrato de la Madre de Dios. De hecho, ya desde una fecha posterior al año 600, se ha creído que este evangelista era también pintor; la tradición sostiene incluso que pintó un retrato de la Virgen y este es el momento que Gérard Horenbout escogió para representar al evangelista en el Libro de horas de Juana I de Castilla (f. 12v).
A su derecha aparece el toro, su animal emblemático.
El decorativo de arquitectura, al estilo italiano, deriva, en las Grandes Horas de Ana de Bretaña scaena frons romana, motivo utilizado en los retratos de autor para aumentar el esplendor decorativo de la pintura y la importancia del personaje.



Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
San Mateo escribiendo, f. 21v

San Mateo aparece en la intimidad de un gabinete de trabajo del siglo XVI, concentrado en la escritura. El hombre de aspecto angelical que siempre le acompaña, símbolo de este evangelista, o el ángel, como en esta imagen, le presenta un libro abierto e ilustra la idea de que las palabras de Mateo están inspiradas por Dios. Este ser andrógino, con vestidura blanca, que acompaña al evangelista escribiendo es un motivo iconográfico de origen clásico en lo que respecta a la estrecha relación entre las dos figuras: su procedencia se remonta a las representaciones de la Antigüedad del poeta o el filósofo inspirado por una musa, que en las Grandes Horas de Ana de Bretaña, como en otras muchas representaciones, se ha cristianizado.

Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Visitación, f. 36v

Santa Isabel, vistiendo con la austeridad de las mujeres de edad en la época de Bourdichon, acompaña a la Virgen en medio de un paisaje montañoso. El castillo que aparece al fondo, con sus torres de tejados rojos, confiere un aire meridional al paisaje.
La extraordinaria expresividad de los dos rostros y la armonía exquisita y serena de la composición hacen de esta pintura una de las más conmovedoras de las Grandes Horas de Ana de Bretaña.




Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Lamentación sobre Cristo muerto, f. 2v

Los ojos de la Virgen aparecen enrojecidos por el llanto y el dolor ante la muerte de su Hijo. Viste como es habitual a finales de la Edad Media: túnica morada y manto azul. Así la ha representado siempre el maestro Bourdichon en las Grandes Horas de Ana de Bretaña, aunque el artista tiene la sutileza de variar ligeramente la edad de María en las diferentes pinturas. En las escenas de la Anunciación y la Visitación, María aparece casi como una joven novicia, mientras que en la escena de la Natividad se puede apreciar un ligero cambio en su rostro, que se hará más evidente en la Crucifixión y en esta dramática imagen de la Lamentación sobre el cuerpo de Cristo.
San Juan, a la izquierda, intenta envolver a Cristo en el sudario, mientras que María Magdalena, a la derecha, ya ha abierto el tarro de ungüentos. Detrás los acompañan otras santas mujeres y, al fondo a la derecha, José de Arimatea sostiene el tarro donde ha recogido la sangre divina, el Santo Grial de las narraciones artúricas. En el primer plano, tres clavos y la corona de espinas; en el fondo, el tablón de la Cruz flanqueado por dos escaleras.
El conjunto de la composición tiene sus raíces en la piedad meditativa y en la liturgia.



Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
La adoración de los Magos, f. 64v

El maestro Bourdichon ha representado el establo exactamente igual que en la pintura de la Natividad. Los tres Magos llegan uno tras otro. Melchor, que le ofrece oro, ya aparece arrodillado ante el Niño; ha retirado su corona en señal de respeto y, curiosamente, aparece colgando de su brazo izquierdo. Su bello perfil de anciano tiene toda la apariencia de un auténtico retrato.
El rey Gaspar ofrece incienso, mientras que Baltasar, el rey negro, regala mirra al recién nacido. Tras él, se puede distinguir a un personaje que monta un camello.
El pintor ha elegido el momento de la puesta de sol, para poder incluir en esta escena la luz de la estrella de Belén.



Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Crucifixión, f. 47v

María Magdalena, con la cabeza descubierta, abraza los pies sangrantes de Cristo crucificado. A la izquierda, la Virgen y a la derecha, san Juan, muestran su dolor por la muerte de Jesús.
El cielo estrellado y las montañas del fondo tiñen de añil un paisaje nocturno, efecto muy del gusto de Bourdichon, como podemos ver en otras espléndidas escenas nocturnas de las Grandes Horas de Ana de Bretaña.
Un nutrido grupo de soldados regresa a Jerusalén, la gran ciudad de plano circular que se entreve en la oscuridad, al fondo, donde destaca la planta centralizada del Templo de Salomón.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Calendario: septiembre, f. 2

El calendario es uno de los elementos indispensables de cualquier libro de horas y lo más habitual es que forme parte de la primera sección del manuscrito. En él aparecen las fiestas fijas del año litúrgico, los aniversarios de los santos importantes de determinadas diócesis y en función de la devoción particular del comitente.
Septiembre es el mes dedicado a la vendimia y los trabajos subsiguientes, como el pisado de la uva, motivo que el maestro Bourdichon ha escogido para representar este mes en las Grandes Horas de Ana de Bretaña.
Las tareas de la vendimia aparecen en la mayoría de los calendarios de los libros de horas puesto que, junto a los derivados del cereal, el vino es uno de los productos fundamentales de la alimentación campesina. La tradición iconográfica de la vendimia se remonta a la antigüedad romana; es un motivo que aparece incluso en mosaicos de villas romanas.
Libra es el signo zodiacal del mes y su representación aparece sobre el recuadro de texto, con el cielo estrellado como fondo. La aparición de los signos zodiacales, elemento claramente pagano, en manuscritos religiosos se explica por la asimilación de aspectos de la cultura pagana que el cristianismo llevó a cabo desde sus principios.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
El arcángel san Rafael, f. 165v

San Rafael, el ángel guardián por excelencia, es el único personaje de las Grandes Horas de Ana de Bretaña que aparece destacado sobre un fondo de oro.
La prudencia es una de sus virtudes y con el dedo índice de su mano izquierda llama la atención sobre la necesidad de seguir los buenos consejos, a pesar de que en su mano derecha porta una espada. Como muchos de los ángeles de finales de la Edad Media, viste una dalmática de diácono, que contrasta con el morado de las bellísimas alas que el maestro Bourdichon ha pintado para él. La primera iconografía del ángel de la guarda tiene a san Rafael como una de sus fuentes.



Dentro de un espacio circular, cerrado por un muro de sillares con dos vanos cubiertos de rejas, santa Margarita, de largos cabellos rubios –símbolo de su virginidad–, sale del vientre de un gran dragón con cuernos, sangrante y de piel tornasolada y verde. La santa, con una rodilla aún dentro del cuerpo del monstruo –lo que hace que, realidad, se encuentre arrodillada–, nimbada y vestida con gorguera y saya entera ceñida a la cintura con una cinta de oro de la que cuelga un pater, mira hacia lo alto y une sus manos en oración, entre ellas sostiene un crucifijo. Debe destacarse la economía de medios y cómo, en un espacio tan exiguo, ha podido representarse la figura imponente del dragón haciendo que se enrosque sobre sí mismo, lo que, a su vez, y gracias a la sombra de la santa proyectada en la pared, contribuye a crear la sensación de un espacio más amplio y totalmente satisfactorio. De nuevo, el espectador adquiere un punto de vista elevado que le hace partícipe de la escena. El estilo de la pintura muestra precisión en el dibujo, dulzura de matices e idealización del rostro de la santa. La iconografía que se sigue aquí es la habitual de la santa –y diferente, tanto en su representación como en su iconografía a la que aparece en el folio 3r, acompañando a Ana de Bretaña– al aparecer con uno de sus elementos más habituales, el dragón, de cuyo vientre emerge, y con el crucifijo con que abrió las entrañas de la bestia que la devoró.
La vida de santa Margarita es una fábula de origen griego difundida en occidente a través de la Leyenda dorada de Jacopo da Varazze. Se trata de una duplicación de la historia de la santa griega Pelagia y de santa Marina. Hija de un sacerdote pagano de Antioquía habría sido convertida por su nodriza que la había puesto a cuidar ovejas. El gobernador Olibrio se sintió atraído por su belleza, pero, ante la negativa de Margarita a acceder a sus pretensiones, la encerró en un calabozo. Allí, fue asaltada por el diablo en forma de un gran dragón que la devoró. Sin embargo, la santa estaba armada con un crucifijo con el que perforó el vientre al monstruo y logró salir. Es posible que esta fábula se haya originado en una imagen mal comprendida. Como tantas otras santas, estaba representada de pie, con las manos unidas, junto a un dragón simbólico sobre el que triunfaba mediante la plegaria. También debe tenerse en cuenta la contaminación con otro tema, como el de Jonás vomitado por la ballena. Después de salir indemne del vientre del dragón, santa Margarita padeció varios suplicios hasta que, finalmente, fue decapitada.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Santa Úrsula y las once mil vírgenes, f. 199v

Hija de un rey inglés, santa Úrsula huyó de Gran Bretaña, que había sido invadida por los hunos, y se refugió, con un gran número de jóvenes cristianas, en las orillas del Rhin. Los hunos las persiguieron y las masacraron salvajemente, como bien ha representado el maestro Bourdichon en las Grandes Horas de Ana de Bretaña, donde la santa muere asaeteada y sus compañeras, decapitadas.
El pintor refleja con bastante fidelidad la rivera montañosa del Rhin y busca cierto exotismo en los adornos del caballo y en las vestiduras del huno que luce el gran sombrero azul.
El maestro Bourdichon revela sutilmente la identidad de la comitente del magnífico códice que está pintando, ya que el navío en el que ha desembarcado la santa luce en la proa un escudo con las armas de Bretaña.


Al alba, María Magdalena se dirige llorosa a la tumba de Cristo con un frasco de ungüentos para embalsamarlo. Como demuestra su expresión lacrimosa, la santa todavía ignora el milagro de la Resurrección, aunque será su primera testigo. En este retrato de las Grandes Horas de Ana de Bretaña, María Magdalena destaca por el hermoso manto malva con toques de oro.
Los textos de todos los evangelistas coinciden en señalar a María Magdalena como la mujer que estuvo a los pies de la Cruz, la que asistió al funeral de Cristo y la primera testigo de su Resurrección.
En segundo plano, a cierta distancia, la siguen María, madre de Santiago, y Salomé.



Las Grandes Horas de Ana de Bretaña nos descubren un calendario espectacular que supone toda una innovación por parte de su creador. El maestro Bourdichon ha pintado miniaturas a página entera también para representar las actividades de los doce meses del año, sobre las que introduce un recuadro con el texto que recoge las festividades de cada mes. Hay que tener en cuenta que Jean Bourdichon era antes que nada pintor, un pintor al que se le encargaban cuadros, además de la iluminación de manuscritos. Este procedimiento parece que no se ha utilizado en los libros de horas franceses anteriores a Bourdichon, excepto en dos códices.
Durante el mes de junio, los campesinos siegan el heno con enormes guadañas para almacenarlo y disponer de forraje para poder alimentar al ganado durante el invierno. La siega del heno marca el inicio de los trabajos del verano. Es un tema de origen clásico, que aparece ya en el Arco de Marte en Reims, y que será retomado en la Plena Edad Media, como muestra el Martirologio de Wandalbert.
Sobre el recuadro de texto, Bourdichon sitúa la representación del signo zodiacal del mes: a junio le corresponde el cangrejo, el signo de cáncer.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
El beso de Judas, f. 227v

El Beso de Judas es otra de las espectaculares escenas nocturnas de las Grandes Horas de Ana de Bretaña. Bajo el cielo estrellado, en el que incluso se puede ver la luna, las linternas y antorchas que portan los soldados iluminan la trágica escena del prendimiento de Cristo. El magistral juego de luces y sombras, con violentos contrastes sobre todo en primer plano, contribuye al dramatismo de la escena.
Judas, con su bolsa de treinta monedas en la mano izquierda, besa a Cristo, sereno y resignado, gesto que indicaba a los soldados a quién debían prender. Pedro, a la izquierda, enfunda su espada, tras haberle cortado la oreja a Malco, el servidor del gran sacerdote, desplomado en primer plano. Las primeras imágenes de esta escena secundaria de la Pasión datan de c. 800 y en esos inicios Cristo, mientras es besado por Judas, extiende su mano para detener el ataque de Pedro a Malco. Esta imagen irá evolucionando y se representará a Cristo incluso curando a Malco, como en este caso, convirtiéndose en una escena muy habitual en el arte del período gótico. Al fondo, se encuentra la ciudad de Jerusalén, en donde destaca la construcción de planta centralizada que representa el Templo de Salomón, como en la Crucifixión (f. 47v.).
El rostro de Cristo expresa a la perfección la bondad, el perdón, la grave y lúcida aceptación de todo cuanto estaba escrito.



Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Las Grandes Horas de Ana de Bretaña

Signatura: Lat. 9474
Fecha: c. 1503-1508
Tamaño: 305 x 200 mm
476 páginas, 49 miniaturas a toda página
337 iluminaciones marginales con plantas, insectos y pequeños mamíferos
Pintor: Jean Bourdichon
Lugar de origen: Tours
Escrito en latín
«Casi-original», edición primera, única e irrepetible, limitada a 987 ejemplares numerados y autentificados notarialmente
ISBN: 978-84-96400-26-9

Gracias a Romanorum Le Duc por este hermoso regalo que me hizo.